Cada semana lo espero, a ver si falla un reporte, pero nada. El Ministerio de la Suprema Infelicidad cumple, a diferencia de cualquier dependencia gubernamental. No lo frenan cadenas presidenciales ni cortes de electricidad, ni perdigones ni lacrimógenas ni la inflación ni el miedo ni…. El nuevo ministerio, cuyas divisas son el rock y la sátira, ha demostrado en dos meses una disciplina nunca vista en 18 años de chavismo.
Ya son 9 reportes. 9 fotografías de la actualidad venezolana. 9 gritos en la cara de la dictadura de unos músicos que decidieron formar una suerte de guerrilla artística. En lugar de subir a una montaña a practicar tiro con fusiles rusos, se armaron de versos, rabia y rock and roll.
Este es un mensaje del Ministerio de la Suprema Infelicidad para la República Bolivariana de Venezuela y el mundo, dice un locutor sobre un remix del Gloria al bravo pueblo. Un gallo rojo rojito mira de frente a la audiencia sobre estampas de Caracas: las torres del Silencio, El Ávila, el paisaje urbano poblado por criaturas con máscaras antigases que le pintan palomas al Estado.
A estos músicos no les bastó con el volanteo, los grafitis, marchas o cualquier otra forma de protesta. Usaron un megáfono muy potente: Youtube (los links están abajo). Encontraron el impulso en una guitarra distorsionada para vomitar todo lo que sienten. Lo que sienten ellos, y lo que siente una mayoría oprimida.
Por si alguien lo olvidó, o para lectores extranjeros no muy enterados, el presidente Nicolás Maduro creó en octubre de 2015 un Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo. No es broma.
Al funcionario chavista acomodado, al «enchufao», el nuevo organismo lo señala: Pequeño tirano, caudillo de despachos, burócrata de ranchos, que vive bien sabroso, dichoso y afortunado. A los que visten trajes verde oliva les advierten: Aunque nos tiren mil bombas, no nos van a callar; espero y no lo entiendas, Guardia NaZional. Al otro cuerpo de seguridad, que nació en tiempos de Hugo Chávez, lo llaman Policía Nació-mal.
Hartos de lo que bautizaron como Sucialismo del Siglo XXI, se dejaron de tonterías. Porque en esta Venezuela no funcionan las insinuaciones ni metáforas. No es momento para sutilezas.
Casi todas las canciones caminan sobre rock and roll crudo, como el Reporte #1 “Funcionario” y el Reporte #9 “La Energía”. Otros se acercan más al punk o al metal. El Reporte #4 “Alcaraván, buena suerte” se vale de un cuatro joropeao: Alcaraván, tú eres fuerte, yo sé que la muerte le espera al ladrón. El Reporte #6 “Tanke!!!” es más bien electrónico, con voces e instrumentos adulterados que le rinden tributo a los manifestantes: Carajitos van al frente con escudos de cojones. Y el #Reporte 9, el más reciente, todavía fresco, le dice cosas lindas al oído a otro fenómeno criminal que le debemos a esta época oscura: Colectivo, hijo de puta.
El Reporte #8 “La Energía”, difundido esta misma semana, se muestra un poco más luminoso. Pareciera una pieza que no surgió de manera catártica como las demás, que en su mayoría son arrechera convertida en canción. Está elaborada con más calma, es menos combativa y más esperanzadora:
No sólo somos hambre/ no sólo sufrimiento/ también somos la poesía/ de este coro y este verso./ No sólo somos carne/ No sólo somos huesos/ También somos la energía que mueve el universo./ Y está por estallar…
Los artistas han permanecido en el anonimato. Digamos que el Ministerio de la Suprema Infelicidad es una sociedad comprensiblemente anónima. Una ONG clandestina.
Las detenciones arbitrarias se han intensificado en estos ciento y pico agónicos días de protestas, con más de un centenar de muertos. La dictadura ha demostrado que no importa si se es estudiante, profesor, ama de casa, poeta, violinista o astrofísico. Si participas de una manifestación, si miraste feo a un uniformado, siempre puedes terminar en un calabozo, amenazado, coñaceado, torturado, bajo tierra.
El anonimato también prueba un punto: no es relevante el emisor del mensaje; da igual si es famoso, bonito o feo. Lo pesado es el mensaje en sí. La crisis que generaron Hugo Chávez, su heredero político y sus secuaces han tenido consecuencias dramáticas en la vida cotidiana de millones de seres humanos. No será muy difícil encontrar en esa inmensa multitud quien se identifique con los reportes del Ministerio de la Suprema Infelicidad.
Mientras me dispongo a copiar los enlaces de cada reporte, pienso que esto —escribir al respecto en este espacio independiente y divulgar esta música— también puede ser considerado un acto subversivo. Así estamos.